Mi primer senderismo urbano con Geox Chile: menos drama, más aire fresco

Nunca pensé que caminar cuesta arriba en una ciudad podría hacerme cuestionar mis decisiones de vida. Pero ahí estaba yo, un estudiante internacional recién llegado, con mi mochila medio vacía, Google Maps sin señal y una ruta de senderismo urbano que prometía “solo una subida leve con vistas hermosas”. Spoiler: la subida fue real. Pero también lo fue la sorpresa de descubrir lo mucho que cambia la experiencia cuando usas el calzado correcto. Y ahí es donde geox chile entró (literalmente) en escena.

No soy precisamente un aventurero. Vengo de una ciudad plana, donde los cerros existen solo en los libros de historia y el transporte público te lleva a todos lados. Pero desde que llegué a Santiago, me hablaron del Cerro San Cristóbal como una especie de ritual urbano: si sobrevives la subida sin odiar tus piernas, eres oficialmente parte de la ciudad.

Después de varias excusas y una semana de clima perfecto, decidí intentarlo. Me puse una camiseta cómoda, cargué agua y, sin pensarlo demasiado, elegí mis zapatillas Geox. No porque estuviera planeando una gran caminata, sino porque son las que suelo usar cuando no quiero pensar en mis pies.

El primer tramo: ciudad con pendiente

Al principio todo parecía normal. Calles con algo de inclinación, casas coloridas, el ruido del tráfico a lo lejos. Pero pronto el asfalto se convirtió en adoquines, y mis pantorrillas comenzaron a quejarse. Ahí fue cuando noté la primera diferencia: mis pies no se sentían ni húmedos ni resbaladizos. La tecnología transpirable de Geox, esa que siempre mencionan en sus campañas, realmente hace algo. Nada de pies sudorosos ni esa sensación de encierro que otras zapatillas me dan incluso en caminatas cortas.

La suela tenía buen agarre, incluso en zonas donde el camino era una mezcla de tierra y cemento viejo. Y lo más inesperado: a pesar de estar subiendo, no sentía el impacto usual en el talón o el arco. Todo se sentía… acolchado, pero firme. Como si alguien hubiera pensado realmente en cómo se camina cuesta arriba.

La mitad del camino: pausa con vista

Hice una pausa en un pequeño mirador improvisado, donde una pareja tomaba mate y otro grupo sacaba selfies como si estuvieran en el Machu Picchu. Me senté, respiré (jadeé, más bien) y me quité un segundo las zapatillas para estirar los dedos.

Ahí fue cuando otro caminante se me acercó y me preguntó, en inglés mezclado con español, si esas eran “las famosas zapatillas italianas”. Le dije que sí, eran  Geox, y agregó: “Ah, las que no te hacen sudar los pies, ¿no?” Lo dijo bromeando, pero en realidad tenía razón. Son esas. Las que no te hacen pensar en los pies, porque todo simplemente funciona.

Subida final: roca, tierra y dudas existenciales

El tramo final hacia la cima era más empinado y menos amigable. Las escaleras eran de piedra, mal talladas, y cada paso exigía concentración. Este fue el momento en que esperaba que mis zapatillas flaquearan, pero no. El agarre seguía firme, y lo que más me sorprendió fue la estabilidad lateral. En otras zapatillas, habría sentido que el pie se me iba hacia los lados. Pero con estas, sentía el soporte justo: ni apretado ni suelto.

Pasé por un tramo donde otros se resbalaban, y por un momento sentí que llevaba ventaja. No por estar más en forma (definitivamente no), sino por tener mejor equipo. Un pequeño triunfo técnico en medio de un gran esfuerzo físico.

Cima conquistada: más allá del horizonte, menos dolor en los pies

Llegar arriba fue una mezcla de logro personal y alivio físico. El aire fresco, la vista panorámica de Santiago, el cielo claro. Y lo mejor: ningún dolor en los pies, ni rozaduras, ni esa sensación de estar pisando cemento con calcetines mojados.

Miré mis zapatillas polvorientas, con marcas del camino, pero aún impecables en estructura. Fue ahí cuando entendí por qué tanta gente insiste en que el calzado cambia la experiencia. Y por qué geox zapatillas chile no es solo una búsqueda más en Google, sino una elección inteligente para quienes quieren caminar más y sufrir menos.

Reflexión bajando: lo que aprendí sin querer

No sabía que iba a hacer senderismo urbano ese día. Pero terminé haciéndolo. Tampoco sabía que unas zapatillas podían mejorar tanto la experiencia. Pero lo hicieron. No soy un experto en deportes ni en moda. Pero sí sé reconocer cuando algo está bien diseñado. Y estas zapatillas, con su ventilación, agarre y resistencia, simplemente lo están.

Bajar fue casi tan divertido como subir. Y al llegar a casa, mis pies estaban tan frescos como al salir. No hay mucho más que decir. A veces la calidad no necesita gritar. Se siente.

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